domingo, 25 de noviembre de 2012


EL DESACATO


Hace varios años trabajaba como psicorientadora en un colegio de estrato 3 y me remitieron un jovencito de 10 años por rebeldía. En la evaluación se aplico el C.A.T y con una de las láminas, construye el siguiente relato:

“Esta señora esta regañando su hijo, porque el desobedeció la orden de echar veneno en el azúcar del tinto, que le iba a servir a las tías”.

Situaciones de estas, no son extrañas en lo real en esta clase socio-cultural. Pues con alguna frecuencia se ven madres que inducen a la prostitución a sus hijas menores de edad, o que utilizan a sus hijos para distribuir droga o robar. Estas son situaciones donde la figura de autoridad, ejerce su poder para pervertir la ética de quienes deberían  educar y guiar por el camino de la civilidad y la cultura.

Es el caso de una niña de 4 años a quien evalué a petición de su madre, por orden de la fiscalía. Ella necesitaba confirmar si su pequeña había sido abusada sexualmente y por cuál de los adultos que habitaban en la casa. Pues se negaba a aceptar que fuera verdad y que su compañero sentimental fuese el responsable, según denuncia de su profesora; quien hablo con ella al observar su cambio de comportamiento (triste y retraída).

Efectivamente, había sido abusada por su padrastro. Pero no era la única tragedia que debía enfrentar esta pequeña; también  la falta de apoyo de las otras  figuras de autoridad  involucradas en el proceso:

1. La madre y la abuela que cuando el padrastro era conducido a la cárcel después de haber aceptado los cargos, lloraban desconsoladamente. La única preocupación que tenia esta joven mujer, era a cuantos años de prisión, iba a ser condenado, para saber si lo esperaba.  Poco después se le pregunto por esta reacción, y simplemente respondió que: “A  ella el asunto no le parecía tan grave, pues le había sucedido lo mismo, y ahí estaba”. Peor aún fue su actitud, de pretender que la pequeña lo despidiera de beso cuando era conducido al sitio de reclusión, a pesar de su visible resistencia; la que no pudo sostener ante la presión de las figuras de autoridad.

     2. La fiscal que dudaba de la veracidad de la acusación. Un niño de 4 años  no miente y sus teorías sexuales, no incluyen la presencia del fluido seminal, del cual hablo con su profesora: “La leche de mi papá, es más maluca que la de mi mamá”. Estos elementos no tenía porque saberlos la fiscal, para eso consultan profesionales afines con el tema. Pero lo que ella no podía hacer, era dudar de una pequeña que no tenía razones, ni la malicia, para perjudicar a este señor. En cambio el si tenía motivos para negar su responsabilidad.

Ante eventos traumáticos de cualquier naturaleza, el sujeto tiene dos opciones: o lo disfruta y se identifica con el agresor, y en el caso de un abuso sexual será un futuro pederasta, o lo padece. Frente al sufrimiento, puede: reprimirlo y se convertirá en síntoma neurótico o enfrentarlo con la ayuda de las figuras de autoridad competentes (los padres y la justicia) y de un psicólogo, para elaborar y superar el trauma.

La ley para un niño, son las órdenes recibidas de las figuras de autoridad; padres y maestros. Es de esperar, que si le ordenan que estudie, se levante para el colegio, mantenga buenos hábitos, escoja bien los amigos, etc.,ACATE LO ORDENADO. Pero si la autoridad, en razón del poder que su cargo le confiere, es arbitraria, abusiva, INJUSTA, EL DESACATO, ES UN DERECHO Y UN DEBER.

Basta con recordar épocas no muy lejanas en que la esclavitud, el maltrato a los niños, la imposibilidad de la mujer de acceder a la educación, al voto, al manejo de sus bienes, etc., eran respaldadas por el derecho.

 “Dura es la ley, pero es la ley”. ¿Cuál ley?. ¿La que está haciendo Chávez  para Venezuela?, ¿La que hizo el Congreso de Colombia con  su “Marco para la paz”?, ¿La de la Haya que despoja a los nativos en favor de codiciosos depredadores?, ¿la que le ordena a la pequeña despedir de beso a su abusador?, ¿la que ordena traficar, prostituirse o robar?. Cuando lo que ordena la autoridad (padres, maestros, jueces o gobierno) es PERVERSO, lo ético y legitimo es DESACATARLA.

A J.M Santos le llego la hora de la verdad: o envenena las tías, o DESACATA el fallo  en lo simbólico y en lo real, de forma efectiva. Porque lo sucedido con la CIJ,  es eso; un fallo, una INJUSTICIA.

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