EL DESACATO
Hace varios años trabajaba como psicorientadora en un
colegio de estrato 3 y me remitieron un jovencito de 10 años por rebeldía. En
la evaluación se aplico el C.A.T y con una de las láminas, construye el
siguiente relato:
“Esta señora esta regañando su hijo, porque el desobedeció la
orden de echar veneno en el azúcar del tinto, que le iba a servir a las tías”.
Situaciones de estas, no son extrañas en lo real en esta
clase socio-cultural. Pues con alguna frecuencia se ven madres que inducen a
la prostitución a sus hijas menores de edad, o que utilizan a sus hijos para
distribuir droga o robar. Estas son situaciones donde la figura de autoridad, ejerce su poder para pervertir la ética de quienes deberían educar y guiar por el camino de la civilidad y
la cultura.
Es el caso de una niña de 4 años a quien evalué a petición de
su madre, por orden de la fiscalía. Ella necesitaba confirmar si su pequeña
había sido abusada sexualmente y por cuál de los adultos que habitaban en la
casa. Pues se negaba a aceptar que fuera verdad y que su compañero sentimental
fuese el responsable, según denuncia de su profesora; quien hablo
con ella al observar su cambio de comportamiento (triste y retraída).
Efectivamente, había sido abusada por su padrastro.
Pero no era la única tragedia que debía enfrentar esta pequeña; también la
falta de apoyo de las otras figuras de
autoridad involucradas en el proceso:
1. La
madre y la abuela que cuando el padrastro era conducido a la cárcel después de
haber aceptado los cargos, lloraban desconsoladamente. La única preocupación
que tenia esta joven mujer, era a cuantos años de prisión, iba a ser condenado,
para saber si lo esperaba. Poco después
se le pregunto por esta reacción, y simplemente respondió que: “A ella el asunto no le parecía tan grave, pues
le había sucedido lo mismo, y ahí estaba”. Peor aún fue su actitud, de
pretender que la pequeña lo despidiera de beso cuando era conducido al sitio de reclusión, a pesar de su visible resistencia; la que no pudo sostener ante la presión de
las figuras de autoridad.
2. La
fiscal que dudaba de la veracidad de la acusación. Un niño de 4 años no miente y sus teorías sexuales, no incluyen
la presencia del fluido seminal, del cual hablo con su profesora: “La leche de mi papá, es más maluca que la de mi mamá”. Estos
elementos no tenía porque saberlos la fiscal, para eso consultan profesionales
afines con el tema. Pero lo que ella no podía hacer, era dudar de una pequeña
que no tenía razones, ni la malicia, para perjudicar a este señor. En cambio el si tenía motivos para negar su
responsabilidad.
Ante eventos traumáticos de cualquier naturaleza, el sujeto
tiene dos opciones: o lo disfruta y se identifica con el agresor, y en el caso
de un abuso sexual será un futuro pederasta, o lo padece. Frente al
sufrimiento, puede: reprimirlo y se convertirá en síntoma neurótico o
enfrentarlo con la ayuda de las figuras de autoridad competentes (los padres y
la justicia) y de un psicólogo, para elaborar y superar el trauma.
La ley para un niño, son las órdenes recibidas de las figuras
de autoridad; padres y maestros. Es de esperar, que si le ordenan que
estudie, se levante para el colegio, mantenga buenos hábitos, escoja bien
los amigos, etc.,ACATE LO ORDENADO. Pero
si la autoridad, en razón del poder que su cargo le confiere, es arbitraria,
abusiva, INJUSTA, EL DESACATO, ES UN DERECHO Y UN DEBER.
Basta con recordar épocas no muy lejanas en que la
esclavitud, el maltrato a los niños, la imposibilidad de la mujer de acceder a
la educación, al voto, al manejo de sus bienes, etc., eran respaldadas por el
derecho.
“Dura es la ley, pero
es la ley”. ¿Cuál ley?. ¿La que está haciendo Chávez para Venezuela?, ¿La que hizo el Congreso de
Colombia con su “Marco para la paz”?, ¿La
de la Haya que despoja a los nativos en favor de codiciosos depredadores?, ¿la
que le ordena a la pequeña despedir de beso a su abusador?, ¿la que ordena
traficar, prostituirse o robar?. Cuando lo que ordena la autoridad (padres, maestros,
jueces o gobierno) es PERVERSO, lo ético y legitimo es DESACATARLA.
A J.M Santos le llego la hora de la verdad: o envenena las
tías, o DESACATA el fallo en lo simbólico
y en lo real, de forma efectiva. Porque lo sucedido con la CIJ, es eso; un fallo, una INJUSTICIA.
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