CAPÍTULO XII
ASUMIR
RESPONSABILIDADES
La otra salida hacia una actitud sana
Estos son
apartes de la terapia de una
joven profesional recién
egresada, angustiada por su
pereza.
P.: Hago lo que me da placer. La voz que me dice que crezca
y asuma responsabilidad, tiene que ver con la terapia. En el Pre-Icfex de Luján (que es costoso), me iba
para Unicentro o me la pasaba charlando. La
voz de la conciencia era muy débil y no le hacía caso.
Hace poco me di cuenta que esto sucede porque no tengo la ley interiorizada. No puedo hacer
insight, porque no tengo la ley interiorizada
para saber que es importante. Pero es que no he tenido que pensar que es
mejor para mi, no he tenido que tomar
decisiones, todo ha sido
fácil. No voy a lo importante, a lo profundo. La terapia me ha hecho ver
que es en serio que tengo que
desarrollar la voluntad.
Sin la terapia, hubiera dejado la carrera y estaría vagando
en otra carrera. Aquí me di cuenta que
no era que no quisiera mi carrera, sino que tenía miedo a la responsabilidad.
No quiero conseguir empleo –tampoco necesita los ingresos-,
para no madrugar y no adquirir una responsabilidad. Cualquier responsabilidad me aterra, ejemplo: tener hijos. Si esta
terapia no fuera tan exigente, no hubiera venido hoy. Si fuera de esas terapias que uno viene si
quiere o se entiende con la secretaria, no hubiera venido. Con las otras
terapias, inventaba cosas, por cualquier cosita no iba. La pereza me puede, no puedo hacer nada que implique un
esfuerzo mental.
T.: ¿Si la regañarán por no hacer nada?
P.: Me daría pena y
haría algo si me hicieran sentir mal.
T: ¿Cómo te va con las cosas que haces por pena?
P.: Me va bien y me siento bien después de haberlas hecho.
Si esta terapia no fuera exigente, hace rato la hubiera
dejado; me exige enfrentar los problemas, en otras no tenía que profundizar
tanto. Al otro psicólogo se le olvidaba mi historia; otro, era un desorden, no
había citas, eran cada 8, 15 o 20 días. Aquí la exigencia es en todos los
sentidos. El cumplimiento en las citas –que son pre-establecidas con
regularidad- me obliga a otras cosas: tener un tema, trabajarlo y
profundizarlo. Si no me exigen, no hago
nada. No forma el carácter como a los niños que les toca duro. Por la
enfermedad me contemplaban. Uno se tira
en los hijos, no les forma el carácter dejándolos enfrentar las dificultades, las frustraciones. Por ejemplo: a mi
primo le hacían las tareas para que no le fuera mal en el colegio. El no hacer nada, me está matando; es que más que pereza, es irresponsabilidad. Cuando me exigen, hago las cosas y luego me
siento bien de haberlas hecho.
RESUMEN:
Pensar que es mejor y
tomar decisiones, forma el carácter al enfrentar las dificultades y las
frustraciones. Oír la voz de la conciencia, que aunque débil, la enfrenta con
la realidad que nos exige responsabilidad, esa es la salida adecuada para
crecer y madurar.
CONCLUSION:
Solo los que oyen la voz de la conciencia y asumen sus
responsabilidades, crecen y llegan a ser
“grandes” .Para eso se necesita FUERZA
de voluntad y LEY interiorizada. La contra-vía, conduce hacía la inmadurez, la pequeñez,
la mezquindad y el caos.
COMENTARIO:
“LA VOZ DE LA
CONCIENCIA”
En los tiempos de Freud, lo inconsciente era lo perverso, lo
infantil. Con la liberalización de las costumbres, lo reprimido es lo ético, la
voz de la conciencia que tiene que recurrir a la deformación onírica, para
poder llegar a la consciencia a
través de los sueños. Esto se debe en parte a la cultura que exalta los
anti-valores. A la gente de hoy, le da pena ser buena. Pues a los disciplinados
se les descalifica como psico-rígidos, a las personas con moral se les excluye
de las reuniones sociales por “mojigatos” y los mejores profesionales no tienen
oportunidades en el mercado laboral, porque son una amenaza para sus
“mediocres” jefes, que llegan a esos cargos gracias al manejo que hacen de la imagen, su “única
fortaleza”, porque no han cultivado otra y a la habilidad para estimular el Ego
de sus superiores.
Ya no se habla de responsabilidad, servicio, honestidad,
generosidad, entre otros. Se habla de gente exitosa por su prosperidad, así sea
a cualquier precio.
Pero las personas que viven en función del placer y el
dinero que lo proporciona, difícilmente desarrollan la conciencia, que no es
otra cosa que el “discernimiento entre el bien y el mal”. Ahogan su voz para
evitar la censura por displacentera. Estos son los sujetos que como niños,
deben ser regulados por una autoridad externa, pues son incapaces de
autogobernarse, aún, en perjuicio propio.
Desarrollar la conciencia implica haber superado el
narcisismo que impide que el sujeto sea capaz de verse “objetivamente”, pues la
vanidad, la Ego-latría, se lo impiden. Pero también es necesario que en su
libertad, haya hecho una opción por el bien. Esto implica tener el valor de
desafiar en todo momento, la tiranía del instinto; que no es otra cosa que la
pulsión de muerte, manifiesta en la pereza y la búsqueda del placer aunque sea
inconveniente por sus consecuencias. Ejm: es displacentero contener la rabia,
pero es más edificante. Como es más sano, contener y racionalizar los apetitos
(comida, bebida, sexo, pereza,etc). Pero esto implica OIR LA VOZ DE LA CONCIENCIA (LEY INTERIORIZADA) y
TENER FUERZA DE VOLUNTAD para
obedecerla.
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