lunes, 29 de julio de 2013

       CAPÍTULO XII

ASUMIR RESPONSABILIDADES
La otra salida hacia una actitud sana


Estos son  apartes  de la terapia de una joven  profesional  recién  egresada,  angustiada por su pereza.   

P.: Hago lo que me da placer. La voz que me dice que crezca y asuma responsabilidad, tiene que ver con la terapia. En el  Pre-Icfex de Luján (que es costoso), me iba para Unicentro o me la pasaba charlando. La voz de la conciencia era muy débil y no le hacía caso.

Hace poco me di cuenta que esto sucede porque no tengo la ley interiorizada. No puedo hacer insight, porque no tengo la ley interiorizada  para saber que es importante. Pero es que no he tenido que pensar que es mejor para mi,  no he tenido que tomar  decisiones, todo ha sido fácil. No voy a lo importante, a lo profundo. La terapia me ha hecho ver que es en serio que tengo  que desarrollar la voluntad.

Sin la terapia, hubiera dejado la carrera y estaría vagando en otra carrera.  Aquí me di cuenta que no era que no quisiera mi carrera, sino que tenía miedo a la responsabilidad.

No quiero conseguir empleo –tampoco necesita los ingresos-, para no madrugar y no adquirir una responsabilidad. Cualquier responsabilidad me aterra, ejemplo: tener hijos. Si esta terapia no fuera tan exigente, no hubiera venido hoy.  Si fuera de esas terapias que uno viene si quiere o se entiende con la secretaria, no hubiera venido. Con las otras terapias, inventaba cosas, por cualquier cosita no iba. La pereza me  puede, no puedo hacer nada que implique un esfuerzo mental.

T.: ¿Si la regañarán por no hacer nada?

P.: Me daría pena y haría algo si me hicieran sentir mal.

T: ¿Cómo te va con las cosas que haces por pena?

P.: Me va bien y me siento bien después de haberlas hecho.
  
Si esta terapia no fuera exigente, hace rato la hubiera dejado; me exige enfrentar los problemas, en otras no tenía que profundizar tanto. Al otro psicólogo se le olvidaba mi historia; otro, era un desorden, no había citas, eran cada  8, 15 o 20  días. Aquí la exigencia es en todos los sentidos. El cumplimiento en las citas –que son pre-establecidas con regularidad- me obliga a otras cosas: tener un tema, trabajarlo y profundizarlo. Si no me exigen, no hago nada. No forma el carácter como a los niños que les toca duro. Por la enfermedad me contemplaban. Uno se tira en los hijos, no les forma el carácter dejándolos enfrentar las dificultades, las frustraciones. Por ejemplo: a mi primo le hacían las tareas para que no le fuera mal en el colegio.  El no hacer nada, me está matando;  es que más que pereza, es irresponsabilidad. Cuando me exigen, hago las cosas y luego me siento bien de haberlas hecho.


RESUMEN:
 Pensar que es mejor y tomar decisiones, forma el carácter al enfrentar las dificultades y las frustraciones. Oír la voz de la conciencia, que aunque débil, la enfrenta con la realidad que nos exige responsabilidad, esa es la salida adecuada para crecer y madurar.


CONCLUSION:

Solo los que oyen la voz de la conciencia y asumen sus responsabilidades, crecen y llegan a ser “grandes” .Para eso se necesita FUERZA de voluntad y LEY interiorizada. La contra-vía, conduce hacía la inmadurez, la pequeñez, la mezquindad y el caos.


COMENTARIO:

“LA VOZ DE LA CONCIENCIA”

En los tiempos de Freud, lo inconsciente era lo perverso, lo infantil. Con la liberalización de las costumbres, lo reprimido es lo ético, la voz de la conciencia que tiene que recurrir a la deformación onírica, para poder llegar a la consciencia a través de los sueños. Esto se debe en parte a la cultura que exalta los anti-valores. A la gente de hoy, le da pena ser buena. Pues a los disciplinados se les descalifica como psico-rígidos, a las personas con moral se les excluye de las reuniones sociales por “mojigatos” y los mejores profesionales no tienen oportunidades en el mercado laboral, porque son una amenaza para sus “mediocres” jefes, que llegan a esos cargos gracias  al manejo que hacen de la imagen, su “única fortaleza”, porque no han cultivado otra y a la habilidad para estimular el Ego de sus superiores.

Ya no se habla de responsabilidad, servicio, honestidad, generosidad, entre otros. Se habla de gente exitosa por su prosperidad, así sea a cualquier precio.

Pero las personas que viven en función del placer y el dinero que lo proporciona, difícilmente desarrollan la conciencia, que no es otra cosa que el “discernimiento entre el bien y el mal”. Ahogan su voz para evitar la censura por displacentera. Estos son los sujetos que como niños, deben ser regulados por una autoridad externa, pues son incapaces de autogobernarse, aún, en perjuicio propio.


Desarrollar la conciencia implica haber superado el narcisismo que impide que el sujeto sea capaz de verse “objetivamente”, pues la vanidad, la Ego-latría, se lo impiden. Pero también es necesario que en su libertad, haya hecho una opción por el bien. Esto implica tener el valor de desafiar en todo momento, la tiranía del instinto; que no es otra cosa que la pulsión de muerte, manifiesta en la pereza y la búsqueda del placer aunque sea inconveniente por sus consecuencias. Ejm: es displacentero contener la rabia, pero es más edificante. Como es más sano, contener y racionalizar los apetitos (comida, bebida, sexo, pereza,etc). Pero esto implica OIR LA VOZ DE LA CONCIENCIA (LEY INTERIORIZADA) y TENER FUERZA DE VOLUNTAD para obedecerla.    

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